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  • Armando Morquecho Camacho

EL VALOR DEL PASADO

Actualizado: 18 mar 2021



*Armando Morquecho Camacho.


“El pasado no está muerto y ni si quiera es pasado”, escribió Faulkner en Réquiem por una monja…


Recordar el pasado nos ayuda a saber de dónde venimos, pero también, nos permite acumular sabiduría en forma de experiencia. Los errores cometidos y las lecciones que deja el tiempo son invaluables, en ellas, encontramos el primer paso para el progreso, ya que naturalmente, buscamos evitar repetir los errores del pasado, para así poder construir un mejor futuro.


El problema nace cuando, yendo en contra de todo, nos obsesionamos con una idea del pasado y buscamos, de manera anacrónica, aplicarla al presente para construir el futuro y solucionar los problemas modernos.


Justamente ese es el problema que como sociedad estamos viviendo. Actualmente nos enfrentamos a muchos problemas, y uno de ellos es el calentamiento global, fenómeno cuyos daños pueden ser irreversibles.


Pero el problema alrededor de este fenómeno, es que pese a los estragos que ha generado en muchas partes del mundo, todavía no parece haber una agenda ambiental clara y fuerte, en especial en nuestro país, que con reformas como la que se aprobó hace unos días a la Ley de la Industria Eléctrica, ha quedado clara la ruta: continuar apostando por las energías no renovables, caras y obsoletas, y convertirlas en el pilar de nuestro proyecto económico.


Ciertamente, de las energías no renovables podemos rescatar muchas cosas y una de ellas es que efectivamente, durante muchos años, han movido al mundo y se convirtieron en el pilar económico de muchas naciones, a tal grado que no podríamos hablar del gran desarrollo de países del Medio Oriente como Qatar y los Emiratos Árabes Unidos sin hablar de su enorme capacidad para producir petróleo y en el caso de nuestro país, es exactamente igual, somos un país petrolero, si el negocio del petróleo no fue bien aprovechado y sus beneficios no fueron canalizados de manera correcta, esa ya es historia para otra columna.


Pero hoy, el mundo y la naturaleza exigen que tomemos otro camino. El pasado, ya no regresará, y apostar por las energías no renovables ya no es un proyecto viable, y esto es así primero porque la crisis global generada por el COVID-19 ha dejado en evidencia que una economía sostenida en las energías no renovables es endeble, y segundo, porque el petróleo como energía no renovable es cada vez más escaso, cada vez es de menor calidad y a raíz de esta pandemia, su valor comercial ha ido a la baja.


Enfrentamos una crisis ambiental seria y estamos cerca de llegar a un punto en el que sus efectos y estragos pueden ser irreversibles, por ello, lo contaminante no puede continuar siendo una opción.


Ahora, más que nunca, se necesita abanderar una agenda ambiental, una agenda con propuestas encaminadas no solo a mitigar los estragos del calentamiento global, sino también encaminada a fortalecer nuestro sistema económico.


Como país, tenemos un enorme potencial en materia energética, tenemos abundantes recursos solares y eólicos, esto, nos convierte en un país privilegiado en cuanto a recursos naturales, lo cual, nos facilita que podamos, como nación, generar, de manera limpia y renovable, el 100% de la energía consumida anualmente, generando también, un excedente que podría ser exportado, fortaleciendo de gran manera nuestra economía en todos los sentidos.


Tan es así que al cierre del 2015, la capacidad instalada de generación de energía renovable, incrementó 6.6% con respecto al 2014 y se llegó, en ese mismo periodo a los 17,140.4 MW. Tan solo esta cifra representó el 25.2% de la capacidad de generación total de energía renovable.


En virtud de lo anterior, resulta preocupante que la ‘revolución energética’ que se plantea en nuestro país, busque impulsar la reconstrucción de nuestro sistema de distribución energética dándole un trato preferente a la CFE, desapareciendo tanto las subastas que impulsaban el desarrollo de las energías limpias, como los permisos de autoabastecimiento que le abrían las puertas a la iniciativa privada para instalar en México parques eólicos capaces de generar energía más limpia y menos costosa.


Pero ¿qué son los permisos de autoabastecimiento y las subastas? ¿Qué implican?


Por un lado, las subastas se pueden interpretar como el pilar de lo que conocemos como libre mercado, ya que éstas señalan que en cuestiones energéticas, se debe de optar siempre por la empresa generadora de energía que oferte la opción más barata (solar y eólica) y lo que esta reforma plantea es desaparecer este mecanismo por completo, para garantizar que primero se compre toda la energía que produce la CFE (cara y contaminante) y solo cuando falte, se comprará a los privados.


Mientras tanto, los permisos de autoabastecimiento son aquellos que, palabras más palabras menos, le permiten a una empresa (por ejemplo) en Chihuahua, que ponga en Oaxaca sus parques eólicos para producir electricidad ahí y posteriormente venderla a Jalisco, Monterrey, Ciudad de México, o simplemente a quien quiera, sin embargo, la ley ‘entrante’ bajo el argumento de no regalar la transmisión de energía a los privados, establece que estos permisos se cancelarán, lo cual, se puede considerar como una expropiación indirecta, ya que las empresas que construyeron sus parques eólicos en Oaxaca no los podrán utilizar más.


Ciertamente, yo no soy fan de los números, pero este caso, nos obliga a hablar de números para entender la magnitud del problema.


Este año, la CFE, que se convertirá en el principal (por no decir único) generador/productor de energía en México, va a gastar más o menos unos 400 mil millones de pesos, y de esa cantidad, solamente 500 millones de dólares están destinados para nuevos proyectos, entre los cuales se encontrarían los concernientes entes a la inyección de energía a la red eléctrica que será hidroeléctrica en su mayoría.


El problema de lo anterior es que México gasta cada año, alrededor de 5000 millones de dólares para atender la demanda eléctrica, es decir, 10 veces más que lo que se tiene planeado destinar por parte de la CFE para atender esta demanda.


Mucho se ha hablado en nuestro país de la Soberanía energética, y que el camino para alcanzarla es a través de PEMEX y la CFE. Eso fue antes. Hoy, la clave para lograr esa soberanía es la energía renovable, con ella, se puede satisfacer las necesidades de energía de la mayor parte de la población con recursos propios, ahora ¿por qué esto es trascendente? Bueno, esto resulta fundamental ya que en México, el 40% de los hogares están en situación de pobreza energética y esto forma parte de los cimientos de la desigualdad en nuestro país.


Hoy, más que nunca, tenemos que tener clara una cosa: en un proyecto económico en el que se privilegian las energías no renovables sobre las energías limpias y renovables, quien pierde, es la sociedad.


El pasado ya no es una opción. Apostemos por soluciones modernas para los problemas modernos.


* Abogado por la Universidad Panamericana campus Guadalajara, Fundador de la Asociación Civil "Voces de México", columnista en Conciencia Pública.

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